“EL CAMINO AL PODER”
Por Carlos Canache Mata
Por Carlos Canache Mata
En su obra “Auge y Caída del Tercer Reich”,
William Shirer dice que el 24 de marzo de 1933, cuando el Parlamento alemán, el
Reichstag, votó, bajo presión, la Ley de Plenos Poderes que puso en manos de
Hitler, “incluyendo el control del presupuesto del Reich”, facultades
dictatoriales, “había sido enterrada la democracia parlamentaria en Alemania”.
Aquí en Venezuela, en los más de tres años de
su régimen, Nicolás Maduro, ya amaestrado en las añagazas y tropelías de Hugo
Chávez, está maniobrando, después de las elecciones del 6 de diciembre de 2015,
para “enterrar” las atribuciones de la Asamblea Nacional (también acá como
allá, la del control presupuestario, entre otras) y para cerrarle el paso a cualquier nuevo
evento electoral, que le depararía segura y abrumadora derrota. Como no puede
lograr que, bajo presión, la holgada mayoría de diputados que lo adversa,
cambie su posición democrática y se pliegue al oficialismo, recurre al Tribunal
Supremo de Justicia para que sentencie nula cuanta ley reciba sanción
parlamentaria y para que le dé vía libre a declaratorias por el Ejecutivo de
estados de excepción y de emergencia económica que no han tenido la
“aprobación” de la Asamblea Nacional, como lo exige expresamente el artículo
339 de la Constitución Nacional. Y se
resguarda bajo las faldas de las cuatro rectoras del CNE, que no se atreven a
solicitar la manumisión, para impedir que se realice este año el referendo del
mandato presidencial, si no lo decide antes el TSJ, por estar conscientes él
y los que lo rodean de que serían
barridos por el voto popular y puestos bajo la justicia que los condenaría por
sus violaciones al orden constitucional y el saqueo al tesoro público. Un
régimen políticamente impresentable y moralmente inauditable.
Con el ascenso de Hitler al poder se
prohibió la democracia en Alemania, se mató la República de Weimar. Con la
conquista del poder por Chávez, primero, y por Maduro, después, se ha hecho el
montaje de una parodia de democracia, que el pueblo resiste y denuncia ante el
mundo. Hitler trató de asaltar el poder por la fuerza con el fallido putsch en una cervecería y calles de
Munich los días 8 y 9 de noviembre de 1923. Chávez también intentó (¿Maduro
dónde estaba?) asaltar el poder por la fuerza con las intentonas golpistas del
4 de febrero y del 27 de noviembre de 1992. Uno y otro accedieron después al
poder, el cabo austríaco por la absurda división de los partidos que se le
oponían, y el payaso barinés porque en las elecciones de 1998 se favoreció con
la caída de los precios del petróleo y no confrontó un candidato presidencial
de fuste que entusiasmara a los venezolanos. Por su parte, Maduro aterrizó en Miraflores montado en el parapente
del fraude electoral del 14 de abril de 2013.
Como puede verse, el camino al poder tiene
sus curvas. Los que ahora lo ejercen en Venezuela han demolido la democracia y
devastado la economía. Por eso, estamos en una carrera contrarreloj para
derrotarlos en el referendo revocatorio este año y salvar el país. Si no lo
hacemos, el desastre está ahí, a la orilla del abismo.
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