“El oficialismo anda
en una maldad”
por Armando Martini Pietri
Infinidad de comentarios y chismes arriban de todas direcciones, las
redes sociales suelen ser prolíficas, primordialmente por deslenguados,
provocadores y habladores de tonterías que de repente resultan, si no
totalmente ciertas, con alguna base de veracidad.
Pocos han dado importancia a las bravatas del Gobernador de Carabobo
Francisco Ameliach, quien advirtió: si la oposición recoge el 20 % de las
firmas, se nombrará Vicepresidente a Diosdado Cabello. El objetivo evidente,
poner en la línea de sucesión a quien fue un funcionario público relativamente
eficiente que se ha transformado en un tirapiedras que vocifera amenazas.
Tratar de inocularle miedo a la oposición para ver si ante tal perspectiva
abandonan el empeño en un revocatorio presidencial que, con Cabello, no podría
desalojar la revolución si se realiza después del 10 de enero 2017. Diosdado ha
decidido agrupar al chavismo original, radical y lo lideriza a mazazos. ¿Está
equivocado? Quién sabe. ¿Y si funciona? amanecerá y veremos.
El problema es que el chavismo tradicional no ha podido controlar la impericia
excedida de Maduro. El revocatorio dejó de ser un simple trámite electoral para
convertirse en un movimiento político-social creciente y pujante. Los
ciudadanos han logrado articularse, desde la protesta contra el hambre, la escasez
e inseguridad, hasta la lucha por las libertades y derechos políticos. Sin la
Unidad no habrá revocatorio, pero la desbordó y ya no es su dueño, ahora es
defendido por muchos más allá, incluso sectores dispuestos a seguir al
chavismo. Una de las mayores intranquilidades del oficialismo es que ha
empezado, una diferenciación de percepción entre el chavismo como ideología y el
madurismo como práctica torpe y perniciosa.
Ante la angustia y desesperación de la sociedad venezolana, la comunidad
internacional cada vez más pendiente de la tragedia nacional, algunos
estrategas y analistas oficialistas están evaluando seriamente una maniobra de
qué y cómo hacer para conservar el Gobierno, aunque se pierda la calle.
El triunfo no está garantizado por nada ni por nadie, y, si el régimen
logra retener la jefatura mediante cualquier método poco democrático, incluso
la represión, tendrá que pagar un alto precio: aislamiento mundial y pérdida de
la agonizante legitimidad que aún le queda. Por eso valoran el comportamiento electoral opositor, si se desmoviliza o
desmoraliza antes y/o después del 12 de octubre. Trabajan apretadamente en una
estratagema singular, pero con cierto dejo y orígenes constitucionales que,
fíjense bien, puede dar buenos resultados. Un ardid, que no debe ser estudiado
bajo el esquema de la legalidad o cualquier otra consideración que no sea de
estricta temeridad política.
El asunto comienza de la debilidad que hoy sólo parece existir cuatro
partidos políticos legalizados, dos de ellos formalizados después de las
elecciones del 6 de diciembre 2015, el PSUV y la UNIDAD. La artimaña se
desarrollaría en tres pasos.
Primer acto: Tribunal
Supremo de Justicia en Sala Constitucional sentencia: anula el proceso del
revocatorio en la fase de recolección del 1% ordena repetirlo pero no lo
suspende y alega ilícitos electorales. Existen en el Ministerio Público más 8
mil y tantas denuncias de ciudadanos por uso indebido o no autorizado de sus
nombres, usurpación de identidad, utilización de
menores de edad y personas sentenciadas, utilizar identidad de votantes
fallecidos.
Segundo acto: Fiscalía General y Tribunal
concluyen la averiguación sobre denuncia de fraude presentada por el PSUV y
otros: sanciona a organizadores y promotores de esa primera fase, se les
inhabilita políticamente por ser partícipes y cómplices de dolo.
Tercer acto: CNE
convoca de inmediato, con cronograma y fecha cierta, elecciones para
Gobernadores y Legisladores regionales para ejecutarlas el 4 de febrero 2017.
En palabras más despejadas, se elimina el súper partido Unidad. ¿Cómo
harán para que los electores voten por los candidatos de la oposición? ¿Cómo
manejarán un proceso electoral complejo cada uno por su cuenta, sin las ventajas
de la tarjeta única? ¿Hay suficientes partidos regionales registrados, y qué
pedirán a cambio de su utilización? ¿Y los militares algo tendrán qué decir?
¿Que pensaran los ciudadanos de esta maniobra oscura?
Pero con justa y alarmada preocupación los analistas observan el riesgo
de dejar a esta maltratada democracia sin partidos políticos de oposición.
Delicada situación porque los organismos internacionales de inmediato reaccionarían
y hasta podrían expresar que en Venezuela se instauró la dictadura.
En consecuencia, los que sí piensan dentro del oficialismo y en La
Habana no permitirían semejante torpeza. Y no lo harán porque tienen
alternativas. Habilitarán por medio de alguna resolución, decreto, o medida de
gracia -que sin duda encontraran los doctores magistrados revolucionarios
siempre lo hacen- a los partidos opositores que debieron renovar sus nóminas y
no lo hicieron. De esa manera lograrían lo que no obtuvieron con las normas
inaceptables e inconstitucionales para las rúbricas del 20%: dividir la unidad.
Porque el partido que no van a licenciar ni que lo pida el Papa Francisco, es
la Unidad.
Destrabados del compromiso unitario, ante la inminencia de elecciones
-para muchos trascendentales en sus carreras políticas-, egos personales,
colectivos, políticos e interesados, se desbordarán –algo más fácil que pelar
mandarinas- y saldrán cientos de candidatos para las gobernaciones –diputados
incluidos- cuyo proceso se debe regir por primarias, que en la mayoría de los
casos no se aplicará para que los partidos logren imponer sus candidatos. Ser
postulado, es convertirse en gobernador electo, piensan todos ellos. Claro,
dependiendo de quién postule a quién y cómo se aspire.
En ese desorden programado y calculado, en ese toma y dame, llegaremos a
diciembre. Venezuela –como siempre- se entrega a las gaitas, hallacas -habrá
harina de maíz, hojas y complementos en abundancia, apuéstenlo-; tragos,
diversión y vacaciones dominarán la escena. La MUD se dedicará a sortear
obstáculos. El primero, quiénes integrarán la nueva directiva y el reparto de
las comisiones parlamentarias –allí parece que no todo está dicho.
Retornaremos a principios de enero 2017, nos incorporaremos a la rutina,
veremos con asombro, desilusión y tristeza al presidente Maduro dando su
discurso, diciendo las mismas pendejeras de siempre, que si la guerra
económica, los oligarcas, el imperio. Votaremos por gobernadores, comentaremos
los resultados, seguirá el circo electoral y seguido el CNE convocara para
elegir Alcaldes y Concejales a finales 2017 y así ingresaremos en la carrera
presidencial de 2018, para la cual, los candidatos sobran. De aquí a allá,
piensan tácticos, militares, ciudadanos y dirigentes, que cualquier cosa puede
pasar.
Y así este cuento se acabó, empiezan a contarnos otro. O, como dijo
aquél audaz romano, “allea jacta est”.
Armando Martini Pietri / @ArmandoMartini
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