"AL BORDE DEL ACANTILADO"
Carlos Canache Mata
Envuelto
en una crisis, que se profundiza a pasos acelerados, el país camina hacia la
ruina. Para buscarle salida al desastre, la gran mayoría de los venezolanos
está pidiendo la remoción de Maduro de la presidencia de la república que,
gracias al CNE, ejerce desde hace casi tres años. Ya no es posible esperar más.
Después de
una larga siesta informativa, el BCV reportó la semana pasada algunos
resultados macroeconómicos para el cierre del año 2015. Señaló que el PIB de la
economía venezolana disminuyó 5,7% en el año 2015 (el FMI estima que caerá en
un 10% en el 2016), que la variación inflacionaria acumulada durante el 2015
fue de 180,9% (tenemos la inflación más alta del planeta y el FMI la estima en
720% para este año 2016), y que, en el sector externo de la economía, la cuenta
corriente de la balanza de pagos mostró un déficit de 18.500 millones de
dólares. No dijo nada sobre el desabastecimiento y la escasez, que se expresan
dramáticamente en las largas y a veces conflictivas colas a las puertas de los
supermercados y centros comerciales que,
por los recortes de electricidad, ahora tienen cierres parciales. También
guardó silencio sobre la pobreza que, según los estudios más serios de que se
dispone, cubre al 75% de la población.
Las
medidas anunciadas por el ocupante de Miraflores el pasado 17 de este mes deja
intactos, sin solución, dos problemas de fondo: el control de precios y el
control cambiario. Respecto al primero, falta saber si se ajustará
oportunamente a los incrementos inflacionarios sobrevenidos por las nuevas
medidas, y respecto al segundo, fue un simple maquillaje subir el dólar de 6,30
a 10 bolívares y convertir el Simadi en
un sistema complementario flotante que arrancará en 200 bolívares por dólar.
Frente a ellos se seguirá riendo el dólar paralelo, que ya sobrepasa los mil
bolívares, estimulando el arbitraje y la corrupción.
No se
puede dejar de mencionar que, por concepto de deuda externa, tenemos que pagar
este año algo más de 10.000 millones de dólares, y que el precio del barril de
petróleo venezolano cerró la semana pasada en 24,03 dólares, por lo que es
fácil deducir que para importar los alimentos y medicinas que internamente no
producimos tendremos que solicitar préstamos de divisas en el mercado financiero internacional (recurrir al
FMI, que ofrecería tasas de interés más bajas, lo prohíbe Chávez desde el
Cuartel de la Montaña) y así salirle al paso a la crisis humanitaria que está
ad-portas, si es que ya no está dentro del país.
Se
superpone a la crisis económica, una grave crisis político-institucional. Está
a la vista el bloqueo de la Ley de Amnistía , de la Ley de Propiedad a los
beneficiarios de la Gran Misión Vivienda Venezuela, de la reforma a la Ley del
BCV, etc, que ordenará el Ejecutivo a los amanuenses togados del TSJ.
Se ha
comparado la situación del país con la del Titanic rumbo al iceberg. Se pudiera comparar también
con la de quien está al borde de un acantilado y puede caer. En uno y otro
caso, el escenario es el mar.
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