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lunes, 22 de junio de 2015

Armando Martini Pietri: Escuálidos, pelucones, oligarcas y ciudadanos ya no se asustan

Armando Martini Pietri: Escuálidos, pelucones, oligarcas y ciudadanos ya no se asustan


El anuncio de la fecha para las elecciones parlamentarias está cerca. La estrategia puesta en funcionamiento como globo de ensayo de intimidación a los electores se intensifica y se acrecentará. Esta táctica de miedo, condimentada con insultos y amenazas para hacer creer que si gana la oposición se aproxima un desastre, no debe extrañar ni sorprender a nadie. Es la estrategia reiterada que utiliza el oficialismo -con muy buenos resultados- previa a los comicios electorales; sin embargo este método parece que ya no asusta ni tiene los efectos deseados. Y no los tiene porque la gran mayoría de los venezolanos ya siente y padece el desastre.

Los voceros del oficialismo encabezados por el mismísimo Presidente Nicolás Maduro alertan a la población que si gana la oposición y fracasa la revolución bolivariana, los venezolanos debían prepararse para un “tiempo de masacre y muerte”. Que la eliminación de todas las misiones y subsidios es un hecho innegable, el cierre de Pdval y toda la línea de distribución del Gobierno será clausurado. Que estaremos a punto de una guerra civil y un sin número de sandeces sin fundamento. Sandeces porque Pdval, Mercal y Bicentenario ya son escenarios patéticos de colas interminables, mal servicio y constante desabastecimiento. Lo padece el pueblo, se queja el pueblo, el pueblo se indigna y se harta. Porque la masacre y la muerte las ejecuta el hampa día y noche sin parar, en todas las zonas, a ricos y a pobres, la única democracia que sobrevive en el país, todos somos iguales ante el asesinato, el robo y el secuestro. Ahora mismo, mucho antes de las elecciones parlamentarias.

La idea es aterrorizar, claro, tradición social-chavista. Pero en tiempos de Maduro es una maniobra que quizás no le está funcionado. Con el tiempo los ciudadanos han perdido el miedo a lo que dice el mandatario, quien constantemente machaca que lo que pasa en el país es culpa de los escuálidos, oligarcas y  “pelucones” de la oposición. Para Maduro todo lo que no le es grato, lo que simplemente no entiende y sus constantes errores, ignorancias y fracasos, son producto de una sola y nacional e internacionalmente extendido plan diabólico de la derecha, conspiración que la gente ni ve, ni siente, ni cree a estas alturas del partido.

Aunque no soy quien para dar una definición psicológica del gobernante y nunca me atrevería hacerlo, hago uso sin embargo de muchos estudiosos de la psiquiatría y psicología que diagnostican la insistencia de culpar a los demás, humillar, sojuzgar y amenazar dentro de una posición esquizo-paranoide, condición con la cual se vive con miedo a la muerte, a la propia aniquilación y es causa de grandes ansiedades.

Pero no solo las ofensas y agresiones son pronunciadas por el Presidente de la República. Son muchos los líderes del PSUV quienes siguen ese patrón. Por ejemplo, en actos  con precandidatos a las primarias, el Presidente de la Asamblea Nacional y primer jefe del PSUV –hay muchos que no creen en la jefatura de Maduro-, Diosdado Cabello, ha utilizado palabras ofensivas contra sus adversarios. Las palabras terroristas, fascistas, apátridas, y frases como burguesía parasitaria forman parte del léxico maduro-cabellista.

Ciertamente este discurso le dio frutos, y muchos, al Presidente Chávez porque además lo acompañó de su carisma y astucia natural, y porque eran otros tiempos, otros dólares, otro chavismo unido por fe, esperanza y conveniencia, y en tiempos de Maduro disgregado entre esperanzas en retroceso, fe disminuida y angustiada conveniencia ya no es lo mismo.  Por eso este lenguaje procaz esgrimido por los ahora hijos del comandante eterno ya no espanta, y si lo hace es a muy pocos, más porque lo desean que porque su poca razón de verdad lo crea.

Los ciudadanos en general rechazan la arenga amenazante, embaucadora y chantajista; la repetición casi a diario y con los más variados pretextos, habitualmente para tratar de disimular errores y fracasos que todo el mundo conoce, ha venido sumando ciudadanos incrédulos, inmunizados contra el palabreo vacío.  Están curados de espantos y la intimidación no proporciona en el  elector el efecto deseado, por el contrario va fortaleciendo un escudo que ante la incredulidad se transforma en valentía y coraje alimentados por la grave y constante crisis política, económica y social que hoy padece la gran mayoría del país. ¿Qué peor podemos estar de lo que ya estamos?

En conclusión la situación parece indicar que el agotamiento de quienes tienen tiempo en el poder, agravado por la compleja situación de crisis en todos los frentes, está en su etapa más comprometida. El país ya no parece funcionar y quienes lo gobiernan no tienen la fuerza, el carácter ni la destreza para resolverlo. Lo que hacen no tiene el efecto buscado. En una circunstancia como la relatada, la inseguridad galopante, economía devastada, colapso de los servicios públicos, desbarajuste social y muchos etcéteras, han socavado gravemente la popularidad oficial y cualquier estrategia de amedrentamiento simplemente ya no asusta.

Y tampoco gusta.


@ArmandoMartini

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