¿HABRÁ ELECCIONES?
HOJA DE RUTA POLÍTICA (No 135)
Octavio Lepage
Como una
generala, la poderosa señora Tibisay Lucena maneja el CNE al estilo cuartelario.
Está vigente un cuerpo de leyes y reglamentos que rigen su desempeño, pero ella
hace lo que le venga en ganas. Es guapa y apoyada. Esta es una de las razones
que explican lo inexplicable: todavía el CNE no ha fijado fecha para las
elecciones de la nueva Asamblea Nacional.
A semejanza
de lo que sucede en situaciones parecidas, proliferan las conjeturas. El
gobierno estaría en espera de un pretexto para el aplazamiento de las
elecciones porque no quiere correr ni el más mínimo riesgo, y sabe que la
repulsa colectiva es abrumadora. Se pensaría en una operación bélica semejante
a la que el dictador argentino, General Leopoldo Galtieri, realizó invadiendo a
las Islas Malvinas. Aunque el escenario a primera vista luce tentador, es
difícil que quienes nos gobiernan por la fuerza se decidan a correr el riesgo
de una invasión a Guyana.
La
explicación que luce más realista es que se aplaza la fecha de las elecciones
hasta el último momento porque el gobierno supone que esa demostración de poder
y de desprecio por la opinión pública desanima a los electores, al darse cuenta
que la situación no ha mejorado y que en materia electoral el gobierno hace
siempre lo que más le conviene y lo que más perjudica a la oposición.
En
situaciones como ésta, no se debe abusar de la prudencia. Como la abstención
está descartada, es ineludible que la MUD, superando la dificultad operativa,
puesto que la integran 26 partidos, sin tardanza inicie una amplia e intensa
campaña de opinión para exigir la fijación de fecha de las elecciones y el
requisito ineludible de que sean supervisadas por observadores imparciales,
característica que por cierto no tendrían los que seguramente seleccionará
UNASUR. Es sabido que las organizaciones responsables exigen un tiempo mínimo
para seleccionar esos equipos de observadores electorales.
La MUD a
pesar de su acentuada heterogeneidad realizó un buen trabajo al seleccionar los
candidatos de la oposición. Ahora viene la fase más exigente: lograr que esos
candidatos tengan la aceptación mayoritaria de los electores y estos se decidan
a darles el voto.
La
experiencia enseña que sobre los votantes inciden factores racionales y
emocionales. Un candidato puede tener currículum impresionante, pero si no es
capaz de despertar el interés y la emoción de los votantes, al punto de lograr
que voten por él, lo más probable es que sea derrotado.
El atractivo
emocional está íntimamente vinculado a la emoción que despierte la campaña
electoral. Quien lo olvide puede pagar muy caro ese olvido.
Caracas, 17
de Junio del 2015
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