"DICTADURA MILITAR"
HOJA DE
RUTA POLÍTICA (No 205)
Octavio Lepage
En Venezuela ya existía una dictadura, el
Decreto de Excepción simplemente lo confirma. Ese decreto le abre los ojos a
quienes todavía abrigaban esperanzas en el diálogo y lo consideraban viable.
Quien sí debe estar estupefacto es Su Santidad el Papa Francisco, en quien es
visible la preocupación por la situación venezolana, y quien sin duda venía
abrigando esperanzas de que el Vaticano pudiera ser un intermediario para
restablecer la convivencia democrática en Venezuela.
Nos preocupa particularmente que el decreto
faculta a Maduro para “tomar medidas para asegurar que el sector productivo
privado produzca, comercialice y distribuya insumos y bienes a la población”.
Maduro había sintetizado en una frase, un slogan, su posición en cuanto al sector
privado de la producción: “planta cerrada, planta tomada”. No serían las
primeras, pues Chávez expropió sin indemnización miles de empresas industriales.
Las muy pocas que han sobrevivido trabajan a media o a un cuarto de máquina,
como se dice popularmente. El destino de las que pueda ocupar Maduro no será
distinto, pues las comunas han evidenciado que no están preparadas para manejar
empresas, ni siquiera sencillas, mucho menos complejas. Lo que busca Maduro es
presionar a los propietarios de esas empresas para que con sus propios dólares
importen los alimentos y medicinas que hacen falta, y que los venezolanos
esperan con impaciencia, y que deberían ser garantizadas por el Estado. Si esta
locura se ejecuta, las pocas empresas que sobreviven también se desintegrarán;
y cuando llegue el momento de iniciar la recuperación en materia industrial
tendríamos que comenzar de cero. Como se ve, una situación trágica que no es
posible tolerar. Algo tendremos que hacer para evitarlo.
En lo político, el decreto busca imposibilitar
el Referendo Revocatorio. Maduro y su gente no se conciben fuera del gobierno.
Han causado tanto daño que les da pavor verse en la calle. El Decreto de Estado
de Excepción nos obliga a acentuar nuestra presencia crítica y contestataria en
la calle, evitando a todo trance que pueda cundir el desaliento y, mucho menos,
la resignación.
Por el momento, lo más importante es el
Referendo Revocatorio. Sin rubor, los voceros oficiales insisten en que no
habrá revocatorio. Eso está por verse. La solicitud de referendo tiene respaldo
nacional impresionante, de manera que el respaldo a la continuidad de Maduro es
insuficiente, da pena ajena.
Conocidos expertos en elecciones sucias, en
fraudes electorales electrónicos, en compra de votos, en intimidación física a
los votantes, esos que disponen de activistas motorizados para intimidar a los
electores en las colas, los que no permiten acceso a la sala de totalización a
observadores calificados de la oposición, están al frente de la campaña para
torpedear el revocatorio. Ellos hacen mucho ruido, pero tienen poca audiencia.
Ellos van a conducir a Maduro a la sepultura política.
Situándonos en el mapa político
latinoamericano, el caso de Venezuela es penoso. En los últimos días hemos
visto la aprobación parlamentaria al juicio político contra Dillma Rousseff,
presidenta reelecta de Brasil. El juicio se condujo sin grandes contratiempos,
y la instancia correspondiente dispone de seis meses para confirmar o anular la
decisión contra ella. Así funciona la democracia. Por desgracia, aquí estamos
en dictadura.
Caracas, 17 de Mayo del
2016
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