“La peor diligencia es la que no se hace”
Por Silvia E. Rodríguez
Schwartz
Dudábamos del hecho, pero con mucha paciencia, con trabajo, con tesón,
con perseverancia, logramos las planillas para el revocatorio, punto a
celebrar. Inmediatamente comenzaron los corazones heridos y los profetas del
desastre a comunicar lo de los 2 días laborables menos, lo que eso implica para
el proceso de la verificación, lo difícil de que, quedándonos 30 días para
hacerlo, pudiéramos cumplir con el objetivo, es decir, a ver el próximo
obstáculo.
Con los miedos lógicos y la costumbre de no poder movernos en paz, había
la tendencia a quedarnos en casa porque “es muy lejos y hay disturbios”, “yo no
sé si voy a poder hoy…”
Paralelamente, comenzó el alma maltratada, pero todavía empecinada en
que lo nuestro es nuestro, a acudir, a informar, a contagiar (la buena nota), a
colaborar entre sí para hacer más idónea la movilización, a brincar obstáculos,
a recoger con cucharita los granitos de fe y multiplicarlos, a firmar, a creer
en nuestro maltratado y olvidado poder, a retomar la vida que le pertenece.
En menos de 1 día ya el objetivo estaba cumplido. En 2 estaba
multiplicado por 4, 5 o 6. ¿Entonces, se podía o no?
Todos los días y en todas partes y por todos los medios, lo que nuestros
corazones “podridos de latir” (Joaquín Sabina) emiten es: “aquí nadie hace
nada…” “…es increíble que después de todo, nadie protesta…” Pues esta es otra
oportunidad que nos ha brindado la vida, la fortuna, el empeño, el amor, el
trabajo y hay que tomarla, hay que actuar, desde tu rango de acción, desde mi
rango de acción como puedas, pero hacerlo, no, con nuestro TV encendido mandar
el último tuit con una queja, maldecir y no montarse en el barco de la nueva
oportunidad. Aquí SÍ se hace, si se quiere y cuando se quiere, si nos dejan y
cómo nos dejan, uno aquí, otros allá, desde donde sea posible, pero sí.
Absolutamente de nada nos sirve ser profetas del desastre y repetir y
contagiar: “a ver con qué nos salen ahora”, nadie gana con eso, sólo el estar
prevenidos, y en eso tenemos un PHD.
Y si, profetas mediantes, nos salen con algo, será otra porquería que
desmontaremos, que sabremos vencer…¿o es que también perdimos la certeza de que
son vivos, pero no inteligentes? ¿de que somos fuertes cuando queremos y lo
decidimos? ¿de que este país es nuestro, sigue siendo nuestro y de nadie más?
¿o es que el imaginar el próximo obstáculo nos paga el sueldo y nos da de
comer? Si viene el próximo obstáculo, ok ok ok, cruzamos ese puente cuando
lleguemos a él.
Y si, por último, los profetas del desastre, aquellos que se sienten
sabios porque supieron adivinar que nos iban a joder otra vez, así o así,
ganaran de nuevo en la lotería de la desolación, mi respuesta es: sigue
caminando entre el bosque, que por ahí viene otra vez la salida del sol. Sale
todos los días.
No. No soy Heidi. Soy venezolana.
“Hay hombres que
luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay
quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la
vida: esos son los imprescindibles.”
Bertolt Brecht
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