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domingo, 29 de mayo de 2016

LOS ELEMENTOS ESENCIALES DE UN “DIALOGO” – Por Alfredo Coronil Hartmann


LOS ELEMENTOS ESENCIALES DE UN “DIALOGO” 
Por Alfredo Coronil Hartmann (*)

(*) POETA, ABOGADO Y POLITÓLOGO, MS y Ph.D. CATEDRÁTICO UNIVERSITARIO, EX-PARLAMENTARIO  hijastro del ex-presidente Don Rómulo Betancourt, vive en Venezuela.

Seguí con inmensa y profunda preocupación, el reiterado anuncio de la intervención del Vaticano en la desandanza venezolana de hoy, en ese caso, por resabio diplomático preferí no decir la Santa Sede. Soy, publica y orgullosamente, católico romano, aunque por temperamento y formación no hago alarde de ello. Pertenezco a instituciones hospitalarias y filantrópicas, vinculadas a la Iglesia, que existen mucho antes del descubrimiento de América. Dicho esto quisiera con el mayor respeto adelantar algunas consideraciones.

Es imposible no entender que el carácter ecuménico de la Iglesia, basada en el amor como mandato esencial, la obliga a propender al diálogo, pero también es imposible no entender que, cualquier diálogo, por elevado que pudiese hipotéticamente ser, por impolutos que sean los mediadores o el mediador, requiere de la participación de las partes, SIN PARTES NO HAY DIÁLOGO…
En el caso venezolano de hoy, estas no existen, no representan realmente nada, la ilegitimidad de los contertulios previsibles es una garantía a priori del fracaso de cualquier iniciativa y pienso, con la mayor humildad, que el Estado Vaticano, por todo lo que representa no debe exponerse a ello. Ya excluida por el régimen la intervención de la Santa Sede, ahora acuden a un ensayo, de antemano condenado a la frustración de las esperanzas colectivas, al fracaso en términos prácticos y a una nueva estafa de tahúr de circo ambulante a los intereses del colectivo.

El diálogo, bajo los más altos auspicios imaginables era imposible, por la ya mencionada ausencia de “las partes” ahora, a este hecho tan difícilmente subsanable se añaden unos mediadores más que cuestionables.

 El sector, llamémoslo oficial, porque gobierno no es, ni actúa como tal, manda pero no gobierna, ilegítimo en su origen y en su desempeño, es un ente polimorfo, una precaria suma de tendencias, ni siquiera ideológicas sino de rapiña, enfrentados a muerte por los restos de un destrozado país. La MUD, creada como aparato de coordinación estrictamente electoral, se sobrevivió a sí misma, sin devenir en un ente más orgánico, fuera de ella se encuentran fuerzas y figuras sin las cuales una vocería opositora no sería creíble.

Y, lo que es su debilidad más grave, es ilegítima, sus personeros pertenecen a cúpulas partidistas enquistadas, auto-electas o electas por medios fraudulentos, en algunos casos percibidas dentro de sus organizaciones como poderes fácticos, sin pertenencia ideológica, ni lealtad con los principios éticos e ideológicos, que dieron origen a las organizaciones que dicen encarnar, al contrario los escarnecen.

 En estas condiciones, el terreno de las posibles conversaciones está más que “minado” y la eficacia de eventuales acuerdos cuestionada a priori, por la carencia de real representatividad de las partes venezolanas.

Ningún poder terrenal, ni ningún Estado, posee la experiencia y sutileza de la Santa Madre Iglesia, desde tiempos inmemoriales, maestra de diplomáticos, en ello confíaba, sería una tragedia que su intervención se percibiera o se viera convertida en un resorte de continuación de una situación históricamente inviable.

Si eso ocurre con la S.C.V. que podríamos decir del engendro que pudiesen prohijar el sepulturero de la paz histórica que habían logrado construir, con paciencia oriental, S.M. El Rey Juan Carlos, Adolfo  Suarez, Felipe González y José María Aznar en la España postfranquista, José LuisRodríguez Zapatero o Leonel Fernández simpatizante abierto del chavismo –muy ligado al Centro Carter- y algún otro elemento político circunstancial.

El problema venezolano es claro y no es de diálogo, el poder del soberano se expresó categóricamente el 6 de diciembre próximo pasado. Dotó a la oposición de una mayoría calificada, esa mayoría calificada es la expresión de la soberanía del pueblo de Venezuela. Restituir el imperio de la Constitución y la ley, las bases para ello están en el Preámbulo y en el articulado de la Carta Magna ¡ Cumplan con su deber ¡



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