“Un cumpleaños
también es un año menos”
por Armando Martini Pietri
Cuando quien suscribe nació, Fidel y Raúl Castro llevaban años
fastidiando y, sobretodo, engañando a los cubanos. No han de creer los menores
de 60 años que la férrea e implacable tiranía castrista comenzó cuando los
barbudos bajaron de las pequeñas montañas cubanas a las ciudades y
especialmente a La Habana. Como detalle, Fidel no entró el 1° de enero de 1959
al frente de sus tropas, sino días después, una vez ocupada la capital y seguro
de que Fulgencio Batista, el super sargento, había huido. No se llega a los 90
siendo imprudente.
El Caballo –como también se conoce- cumplió años empeñado en no morirse,
recordando cuántos amigos ha visto morir. Y no sólo Hugo Chávez; miles de
estudiantes entusiastas lanzados a guerrillas suicidas, militares de gobiernos
rebeldes, bandidos, tiranos feroces, ladrones, asesinos, demócratas ingenuos de
África y Latinoamérica, continentes capaces de aguantarlo todo. Y eso para no
comentar de camaradas personales a los cuales unos afirman dejó morir y otros
que envió a la tumba, como Camilo Cienfuegos y Ernesto “Che” Guevara; o Huber
Matos, a quien por cuestionar sus actitudes sepultó años en cárceles infames,
sólo algunos ejemplos de una sangrienta retahíla de víctimas que mancharía este
articulo.
Tras años de escaramuzas y combates en la sierra -menos implacable y
densa que las selvas venezolanas a las cuales después se metieron para morir
guerrilleros criollos animados por el sátrapa- la tiranía militar de Batista se
vino abajo. Ella solita cayó; los rebeldes castristas avanzaban, pero un
Gobierno menos corrupto, incompetente e impopular quizás hubiera aguantado más
tiempo; sin embargo, con su política de maltratos, torturas a sus
opositores y un ejército poderoso pero desmotivado, los rebeldes terminaron
transformándose en héroes idealizados. El pueblo cubano se equivocó, los Castro
se aprovecharon y siguen aprovechándose por más de medio siglo de mucho hablar,
poco dar de comer y el chuleo constante a los cubanos.
Lo que Maduro viajó a festejar en La Habana, -costó un montón de dólares
que se le niegan a venezolanos-, fue la picardía asesina de Fidel, sus 90 años
de edad y más de 70 mintiendo, zarandeando, trampeando y apretándole el gaznate
al pueblo. Inició su fiera opresión con largos discursos que las masas
escuchaban entre obligadas y embelesadas, mientras su régimen con actuación
destacada del anarquista argentino “Che” Guevara asesinaba y fusilaba, sin
contemplaciones ni trámites, a prisioneros sólo por haber trabajado para
Batista. Castro sigue en La Habana, muy debilitado pero no vencido por la vida,
aunque la muerte lo acecha cada vez mas y con mayor insistencia.
Aún confabula, desarrolla malignidades, respalda el fortalecimiento de
su tiranía, no para el bienestar de su pueblo sino en represión policíaca,
poder militar, espionaje ciudadano, cárceles infernales, palizas y vejámenes a
las Damas de Blanco y otros opositores, sigue planificando conspiraciones
para aprovechar debilidades de otros gobiernos, tal como lleva más de 17 años
haciendo con Venezuela que por egoísmo, soberbia y estupidez de algunos
políticos e intelectuales, por la ingenuidad de un pueblo acostumbrado por esos
mismos miopes a que alguien resolviera sus problemas y atendiera sus quejas,
terminó pasando de ser el país que derrotó a la Cuba castrista y la expulsó de
su territorio y de la OEA, a caer en las manos ignorantes y deslumbrables
de aquel teniente coronel que tenía gracia hablando, manipulando y
convenciendo, pero interpretaba gobernar como hacer lo que le viniera en gana.
Es decir, equivocándose.
Para el nonagenario fue cosa fácil. Sedujo al que creía en brujos,
tarotistas, santeros y paleros, lo recibió como héroe en La Habana, lo puso a
discursear en el paraninfo de la universidad y entre aplausos y ovaciones se
apropió de la fascinación y devoción del fracasado ex-militar y, con él, lo que
realmente quería: las riquezas venezolanas.
La pendejera de Chávez, tan hechizado que prefirió entregar su cáncer y
su vida a la hoy atrasada medicina cubana antes que a las avanzadas oncologías
brasileña o estadounidense, nos ha costado no sólo la perniciosa interferencia
e injerencia cubanas, sino miles de millones de dólares que Maduro no usa
para rescatar su país, pero sigue drenando religiosamente hacia las fauces
castrista, ¿quién creen ustedes que continúa sosteniendo al Gobierno cubano?
¡No precisamente las jineteras!
En tiempo de Kennedy a Fidel y los soviéticos les metieron susto en el
cuerpo y se llevaron los misiles, el tirano aprendió la lección. Se puede
hablar mal de los gringos, pero nunca atosigarlos. Para ese momento su
supervivencia en el poder dependía de esclavizar al pueblo y de los intereses
propagandísticos del Kremlin. Moscú entendió que aquello de “América para los
americanos” iba en serio. Y pactaron: Cuba intervenía, molestaba donde quisiera
y los rusos llevaban comida e iban a tomar sol; Rusia buscó similares en el
resto del mundo y los financió, los estadounidenses se equivocaron e
instauraron un bloqueo que no resolvió nada, molestó a todos y entregó a los
Castro al cobijo ruso.
Todo lo que Nicolás ignora o analiza con talento de corto alcance, es lo
que él, su esposa y unos cuantos gorrones fueron a celebrar en la Habana. Acto
repudiable, pero entendible. Maduro quiere a Fidel Castro, le reza, no lo
disimula, demostrando una y otra vez por qué ordenaron a Chávez nombrar
heredero a un pánfilo, cuya torpeza intelectual lo convierte en capataz
confiable pero escaso de ideas, que testimonia incompetencia y devoción
subyugante incluso por sobre la desgracia venezolana.
La celebración complació al arcaico sinvergüenza, fue larga y sonora,
música criolla le llevó el regente para que le cantaran lo que tanto gustaba al
comandante eterno, “Corazón Llanero en Cuba”, mientras lo que tenga Raúl de
espíritu palpita soñando en las negociaciones con Washington y la Unión
Europea, en cómo manejará la cuestión con los gringos dependiendo de quién
triunfe en noviembre, eso es lo único que cuenta, los 90 años de su hermano son
un estorbo, una molestia para sus planes.
Lo más angustiante para el menos añejo de los Castro es aquél refrán
“yerba mala nunca muere”. El decrépito no ha sido de beber ron, fue deportista
y hace años dejó los habanos. Las generaciones de relevo están listas, analizan
como transitar con los octogenarios raulistas. Lo que atormenta es ¿si este
comemierda sigue vivo cuando Raúl muera? Pues como diría Maduro el cubanófilo,
“¡que todo esto se jode, caballero, yo estaré lejos!”.
Entretanto Raúl sabe que Venezuela colapsó, pero sigue chupando y
necesitando sus dólares para mantenerse, mientras desea con fervor que alguien
supremo decida llevarse a Fidel y pueda acelerar su proyecto de apertura. No
importa que los venezolanos se mueran de mengua. Ése no es su problema. A Cuba
le pagan sus derechos e impuestos que como colonia corresponden, lo demás
concierne poco.
La realidad es que ochentoso está harto de su anciano hermano, lo que
hace es molestar, torpedea y boicotea sutil pero eficaz la relación con los
americanos. La transformación de la isla se está dando muy lenta y el tiempo
pasa. Fidel representa la tiranía enquistada, su presencia es un escollo
anclado en el pasado que todo el pueblo está desesperado por borrar y con quien
nadie, a excepción de los serviles de Maduro, se quiere retratar.
La apertura cubana es un proceso planificado al detalle, en giro
hacia las libertades económicas que lo llevó a establecer lazos secretos e
impensables con Estados Unidos por intermedio del Vaticano. En consecuencia, el
retiro definitivo de su hermano con su ausencia física, se ha convertido en una
necesidad de Estado. Lo malo es que los gallegos son duros para morir.
Chávez y Maduro, adoctrinados -engañados- para percibir al castrismo
como triunfadores cuando, en la práctica, los cubano castristas han sido
constantes derrotados y del único lugar donde no han podido sacarlos a patadas,
ha sido de la isla en la cual los moscovitas antes y los venezolanos ahora, los
ayudaron a fortalecerse. Pero el tiempo pasa, un cumpleaños es una fiesta, pero
también un año menos de vida.
@ArmandoMartini
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